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martes, 15 de noviembre de 2011

Aeropuerto para libélulas


TERTULIANOSabio vociferante a las nueve de la mañana. Ignorante y desvalido a las diez.

BAILARÍN. “No me interesan los nacionalismos, ni el catalán, ni el vasco, ni el alemán, ni el chino ni ninguno, por la sencilla razón de que creo que jamás han aportado a la ciudadanía más que argumentos intestinales, demagógicos y baratos”. El artículo del que extraigo el párrafo lo firma Carlos Herrera, vulcano de la radio. Calla sobre el nacionalismo español, aunque tal vez lo incluya en ese “ninguno” general y poco comprometido. Herrera pasa sobre el nacionalismo español con pies de bailarín, rozándolo con las puntas encallecidas, evitando la vecindad del nacionalismo vasco y el catalán para no escocer a su parroquia.

CORREDOR. España está sembrada de aeropuertos inútiles. El de Castellón, ajeno a los aviones y sus rutinas, atendiendo los picados de las libélulas. El de Ciudad Real, preparado para recibir Jumbos y conformado con avecillas. El de Lleida, tan mimetizado con la tierra que ninguna aerolínea lo encuentra. Pasado el furor aéreo, llega el espasmo ferroviario, que ya fue ensayado con las estaciones fantasma del AVE. Gastaron 250 millones de euros en apeaderos sin habitar, conquistados por
las moscas. Esperemos que el nuevo recorrido por el espinazo del Mediterráneo sea rentable, adecuado y proporcional al gasto.

DERROCHAR. José María Aznar, que como Herrera no es un nacionalista español, había preferido atravesar los Pirineos a abaratar el recorrido por los laterales marítimos, como ha ordenado Europa. Hubiera sido derrochar sin ningún sentido de Estado. Sin ningún sentido.

FICCIÓN. Steven Seagal, que podría suplir a Bernardino Lombao como entrenador de Aznar, ha sustituido el fusil con balas de fogueo por el arma reglamentaria. Ronald Reagan pasó de la realidad del cine a la ficción de la presidencia y Seagal ha hecho el camino a la inversa. Nombrado oficial de la frontera entre Texas y México, patrullero a la caza de sin papeles, cree vivir uno de sus horripilantes filmes diluida la otra frontera, la que separa lo verdadero de lo fantasioso.

AUTÓGRAFO. Puede que ser detenido por Seagal se convierta en un honor y que el espalda mojada le pida un autógrafo antes de ser empujado al furgón. Esta historia acabará con Seagal sentado en un banquillo, acusado de brutalidad o de algo peor. Sin guionista, no sabrá cómo escapar del enredo, estrenando el papel de villano.

ESTRELLAR. En mayo de 1995, Seagal pasó por Barcelona para apoyar aquel Planet Hollywood que se estrelló. Era cuando viajaba en un jet y vestía cazadora india. Famosísimo entonces, es ahora una reliquia de teles locales con déficit de programación.

TERRORISTA. ETA ha asesinado a 829 personas, ha herido a 2.000. Todas esas muertes, todo esa congoja, toda esa destrucción, ¿para qué?

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